Con letras plagadas de dulzura y conjugaciones simples, pero -aun así- con la fuerza necesaria para emocionar, Diego Peralta no necesita hacer mucho esfuerzo para destacarse en el terreno del “nuevo romanticismo”. Un género cada vez menos amorfo, que tiene a exponentes con un amplio bagaje en estas ligas, como el uruguayo Jorge Drexler o el chileno Javier Barría (más novato, pero igual de productivo). Ése que se pasea con inteligencia por lugares comunes y otros más experimentales, pero sin duda no lo hace desde la vitrina radial: la autogestión es su ama y señora, mientras que Myspace es su mejor amigo, como ya se ha hecho costumbre.
El álbum parte con ‘Dibujar’, una pista con aspecto de single, marcada por el dueto entre piano y guitarra que acompaña a la suave voz del cantautor. Esta pareja recorre todo el trabajo del músico, quien por momentos parece decantar en un extendido letargo, pero que alza el vuelo nuevamente con las pegajosas melodías de ‘Buscar’ o ‘Fin’. En la instrumental ‘Sumergir’, el porteño relata sin palabras un viaje al fondo de su mensaje; delicado, detallista y sin grandes pretensiones. Éste es uno de esos discos que puede atacar con la misma efectividad al oyente, desde aristas como el amor o la tristeza.
Según el propio compositor, Nadar se configura como su segundo trabajo en serio, el cual llega a confirmar que el terreno avanzado por la placa precedente (De Lo Humano Sin Corazón, del 2008) puede proyectarse todavía más. Así lo ratifican sus presentaciones al otro lado de la cordillera, agendadas para el mes de octubre. Dicen que es más fácil permanecer que llegar. Diego Peralta tiene méritos de sobra para quedarse.
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